Corresponde al Parlamento de Andalucía el control de la acción del Consejo de Gobierno. Para ello cuenta con una serie de instrumentos previstos en el Reglamento de la Cámara, tales como las preguntas y las interpelaciones.
Las preguntas dirigidas al Gobierno para demandar una respuesta sobre actuaciones concretas son el conducto idóneo para que los diputados conozcan la situación en que se encuentra un determinado asunto. Pueden requerir una respuesta escrita u oral. En este último caso su debate puede realizarse tanto en Pleno como en Comisión.
Especial importancia tienen las preguntas que los portavoces de los grupos parlamentarios pueden dirigir al Presidente de la Junta sobre asuntos de interés general para la Comunidad. El Parlamento de Andalucía introdujo en su día la figura de la pregunta de iniciativa ciudadana mediante la que un ciudadano puede preguntar al Gobierno siempre que dicha iniciativa sea trasladada por un grupo parlamentario.
Las interpelaciones son preguntas de carácter más general y cuyo debate suele dar lugar a la presentación de una moción por el grupo o diputado interpelante.
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Evolución de la Actividad de Control
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Evolución de la Actividad de Control
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A diferencia de la actividad legislativa, la acción de control realizada por el Parlamento durante las seis legislaturas responde a una pauta de crecimiento continuo. Este ritmo de progresión tiene, sin duda, una explicación. Se trata de una cuestión de aprendizaje democrático y de conocimiento de los instrumentos que el Reglamento de la Cámara pone a disposición de los diputados y grupos parlamentarios.
Es posible que, tras cuarenta años en que la vida parlamentaria estuvo ausente del país, el Parlamento fuera percibido como una institución fundamental y casi exclusivamente legislativa en la que la acción de control ocupa un lugar secundario y de escasa trascendencia. A medida que transcurren las legislaturas, el control pasa a ocupar un papel protagonista de la actividad parlamentaria, toda vez que la legislación se encuentra en gran medida predeterminada desde el Gobierno y la mayoría que lo sustenta.
La IV legislatura supone una excepción, por cuanto, aun considerando su corta duración, las iniciativas de control que durante esos años se formulan no alcanzan el número que proporcionalmente les corresponde. Tal vez ello sea debido a que, como luego se verá, la composición del Parlamento y el Gobierno de mayoría relativa propiciaban más las actividades de impulso e información.
El paulatino conocimiento y utilización de los diferentes instrumentos reglamentariamente previstos queda patente en un acentuado crecimiento de las iniciativas formuladas en el seno de las Comisiones. Resulta significativo, en este sentido, observar cómo durante la I legislatura se contestaron 237 preguntas en Pleno, frente a tan sólo una contestada en Comisión, mientras que, en la VI legislatura se produce un acercamiento entre ambas cifras en una relación de 1.262 en Pleno y 954 en Comisión. Podría deducirse de ello que, aun manteniéndose la relevancia de las sesiones plenarias dada su evidente proyección pública, los diputados han tomado conciencia de la importancia del trabajo en Comisión y de su idoneidad para debatir asuntos relativos a políticas sectoriales.
Por lo que a las preguntas escritas se refiere, nos encontramos ante la iniciativa de más espectacular aumento de cuantas se contemplan en este capítulo, al haber pasado de 1.853 contestadas en la I legislatura a 4.091 en la V y a 10.887 en la VI, lo que supone que este tipo de iniciativa prácticamente se ha sextuplicado en número.
Las preguntas de iniciativa ciudadana no han conocido una suerte pareja. Introducidas en el Reglamento de la Cámara en la IV legislatura, su número ha sido extremadamente escaso. De 13 (5+8) presentadas durante esta primera etapa sólo llegaron a contestarse cuatro (3+1). En la VI legislatura se han presentado 20 (3+17) y han sido contestadas 12 (3+9). Si bien se observa una mayor asunción de los diputados de los requerimientos formulados directamente por los ciudadanos, su peso en el conjunto de las iniciativas de control resulta nimio, debido posiblemente a la falta de conocimiento que existe entre la población andaluza de este procedimiento parlamentario.
Llama la atención en el cuadro que se reproduce el hecho de que las interpelaciones se mantengan en una línea sostenida cuando no de retroceso, pues se computan 89 en la I legislatura, 97 en la II, 80 en la III, 22 en la IV, 63 en la V y 58 en la VI. Una interpretación plausible de este fenómeno es la siguiente:
Las interpelaciones poseen una doble naturaleza. De una parte son instrumentos de control, al igual que las preguntas, pero, a diferencia de éstas, pueden dar lugar a una moción en la que la Cámara manifiesta su posición respecto al tema objeto de debate. En este segundo aspecto la moción se diferencia materialmente muy poco de la proposición no de ley. Cabe entender, en consecuencia, que se ha producido un desplazamiento en la utilización de una clase de iniciativa por otra, en cuanto, como inmediatamente veremos, las proposiciones no de ley han conocido un incremento considerable a lo largo del período analizado. La causa de esta sustitución es la consecución del mismo objetivo: la manifestación de la posición de la Cámara por un procedimiento más rápido que evita duplicar el debate y cuya votación se realiza en la misma sesión en que se presenta.
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